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La Guerra de Troya: Batallas Épicas; Héroes y Exclusivos Secretos

El escenario de la batalla: Troya

Guerra de Troya: Batallas Épicas; Héroes y Exclusivos Secretos

En los relatos mitológicos griegos, se habla de una gran batalla, la guerra de Troya. Esta fue una lucha entre una alianza de ejércitos griegos y la ciudad de Troya, situada en Asia Menor. Según Homero, los griegos emprendieron esta expedición punitiva porque el príncipe Paris de Troya había raptado a Helena de Esparta.

La guerra de Troya en la literatura

La guerra de Troya es un tema central en la épica grecolatina. Desde tiempos arcaicos, se narró en un ciclo de poemas épicos, de los cuales solo dos, la Ilíada y la Odisea, atribuidos a Homero, han sobrevivido hasta nuestros días. La Ilíada describe un episodio de esta guerra, mientras que la Odisea cuenta el viaje de regreso a casa de Odiseo, uno de los líderes griegos.

La creencia en la realidad de la guerra

Los antiguos griegos creían que la guerra de Troya había ocurrido realmente. El historiador Heródoto pensaba que esta guerra había sido la causa original de las enemistades entre persas y griegos. Algunas de sus costumbres incluso estaban relacionadas con esta guerra. Por otro lado, los romanos se consideraban descendientes de los troyanos que sobrevivieron a la guerra.

La veracidad de los eventos

Aunque algunos autores de la antigüedad cuestionaban la veracidad de algunos de los eventos relatados, las excavaciones realizadas por Heinrich Schliemann a finales del siglo XIX, así como el estudio de documentos de los archivos reales del Imperio hitita, comenzaron a alimentar un prolífico debate sobre la existencia de un fundamento histórico en la guerra de Troya.

La identidad de Troya

Aunque la identidad de Troya como escenario histórico cuenta con el acuerdo de la mayoría de los investigadores, no se ha podido demostrar que se emprendiera contra la ciudad una expedición de guerra capitaneada por atacantes griegos.

El mito y sus antecedentes: El juicio de Paris

Según el mito, Zeus se convierte en rey de los dioses tras destronar a su padre Crono. Zeus escucha una profecía en la que él a su vez será destronado por uno de sus hijos. Otra profecía dice que un hijo de la ninfa Tetis sería más grande que su padre. Posiblemente por alguna de estas razones, Tetis se casó por orden de Zeus con un mortal, el rey Peleo. Peleo y Tetis tuvieron un hijo llamado Aquiles quien, según otra profecía, moriría joven en Troya.

Todos los dioses fueron invitados a la boda de Peleo y Tetis, excepto Eris. Esta se presentó de improviso en la boda y dejó sobre la mesa una manzana de oro en la que estaba inscrita la palabra kallisti (‘para la más hermosa’). La manzana fue reclamada por Hera, Atenea y Afrodita. Zeus resolvió el asunto nombrando árbitro a Paris, un príncipe de Troya, que había sido criado como pastor a raíz de una profecía, según la cual sería el causante de la caída de Troya.

Las diosas quisieron sobornar a Paris ofreciéndole dones en caso de resultar elegidas: Atenea le ofreció la victoria en la batalla; Hera le prometió poder político y Afrodita le ofreció el amor de Helena de Esparta. Paris concedió la manzana a Afrodita.

El origen de Helena

Helena, la hija de Leda, era una mujer de extraordinaria belleza. Leda estaba casada con Tindáreo, el rey de Esparta, pero fue seducida por Zeus, que se había transformado en un cisne. Aunque hay diferentes versiones sobre quiénes eran los verdaderos padres de los cuatro hijos de Leda, Homero nos dice que Helena era hija de Zeus.

Los pretendientes de Helena

Helena tenía muchos admiradores, y Tindáreo tenía miedo de elegir a uno de ellos por temor a las represalias de los demás. Finalmente, uno de los pretendientes, Odiseo de Ítaca, propuso un plan. Consiguió que todos prometieran defender al que fuera elegido como esposo de Helena. Una vez hecho el juramento, Tindáreo, o la propia Helena según otra versión, eligió a Menelao.

El rapto de Helena

Paris, enviado a Esparta para realizar tratos diplomáticos, aprovechó la ausencia de Menelao, que había tenido que viajar a Creta para rendir honores fúnebres a su abuelo, para raptar o seducir a Helena con la ayuda de Afrodita. Juntos embarcaron rumbo a Troya, donde llegaron tras un largo viaje en el que pasaron por Fenicia y Chipre. Todos los reyes y príncipes de Grecia fueron llamados a cumplir su juramento y recuperar a Helena.

La formación del ejército

La mayoría de los reyes griegos estaban dispuestos a ir a la guerra y aportar naves y soldados. Sin embargo, Odiseo, que reinaba en Ítaca y estaba casado con Penélope, se fingió loco para evitar ir a la guerra. Palamedes, más astuto que él, puso a su hijo Telémaco delante del arado. Odiseo se vio obligado a revelar su cordura y a ir a la guerra.

  1. La participación de Aquiles

El adivino Calcas predijo que Troya nunca podría ser conquistada sin la participación de Aquiles en la batalla. Su madre Tetis, sabiendo que Aquiles moriría si iba a Troya, lo disfrazó de mujer en la corte del rey Licomedes en Esciro. Allí tuvo una relación amorosa con la hija del rey, Deidamía, de la que tuvieron un hijo, Neoptólemo. Odiseo descubrió a Aquiles entre las mujeres y consiguió que participara en la expedición.

El viaje a Troya

Cuando los griegos partieron a la guerra de Troya, se equivocaron de rumbo y fueron a parar a Misia, regida por Télefo. En una batalla, Aquiles hirió a Télefo. Como su herida no cicatrizaba, Télefo preguntó al oráculo y este predijo que el mismo que lo hirió debería curarlo. Télefo se hizo pasar por un mendigo y pidió a Aquiles que le ayudara a curar su herida. Aquiles se negó alegando no tener conocimientos médicos. Odiseo dijo que la lanza había causado la herida y la lanza podría curarla. Se pusieron pequeños trozos de la lanza sobre la herida y esta cicatrizó. Télefo les indicó el camino a Troya agradecido por su curación.

El sacrificio de Ifigenia

Cuando los griegos estaban listos para zarpar desde Áulide hacia Troya, los vientos cesaron repentinamente. El adivino Calcas interpretó este suceso como un castigo de la diosa Artemisa a Agamenón por matar a un ciervo sagrado y jactarse de ser un mejor cazador que ella. La única forma de aplacar a Artemisa era sacrificar a Ifigenia, la hija más hermosa de Agamenón. Ifigenia fue llevada desde Micenas hasta Áulide bajo el pretexto de que se casaría con Aquiles. Sin embargo, en el último momento, Artemisa reemplazó a Ifigenia por un ciervo y la llevó a Táurica, donde se convirtió en sacerdotisa de su culto.

Filoctetes y el arco de Heracles

Filoctetes poseía el arco y las flechas que Heracles le había regalado. Se embarcó con siete barcos llenos de hombres hacia la guerra de Troya, con la intención de luchar del lado de los griegos. Durante una parada en una isla, Filoctetes fue mordido por una serpiente. La herida se infectó y desprendía un olor fétido; por lo que Odiseo, por orden de Agamenón, lo abandonó en Lemnos.

El inicio de la guerra

Antes de que la mayor parte de la armada griega llegara a Troya, Odiseo y Menelao fueron enviados a la ciudad para solicitar a la asamblea de los troyanos la devolución de Helena y todas sus pertenencias. Los troyanos se negaron e incluso intentaron matar a los enviados, pero fueron salvados gracias a la intervención del troyano Antenor.

La profecía del oráculo

El oráculo profetizó que el primer griego que pisara tierra sería el primero en morir en la guerra de Troya. Protesilao, capitán de los filaceos, cumplió esta profecía. Héctor mató a Protesilao, y Laodamía, su esposa, se suicidó de dolor. Tras la muerte de Protesilao, su hermano Podarces fue a la guerra en su lugar.

La batalla en la playa

Tras una batalla en la playa, los aqueos lograron imponerse. Entre otros, Aquiles mató a un hijo de Poseidón, Cicno, que luchaba en el bando troyano. Cicno era invulnerable a las armas y Aquiles lo mató estrangulándolo o golpeándolo con una piedra.

El sitio de Troya

Los griegos sitiaron Troya durante nueve años. Durante ese tiempo, saquearon muchas ciudades de la zona. Aquiles mató a Troilo en el templo de Apolo Timbreo y, en otra ocasión en la que Aquiles pudo entrar de noche en la ciudad, tomó a Licaón como prisionero. A veces surgían disensiones entre los mismos griegos. En una de estas ocasiones, Odiseo, que quería vengarse de Palamedes, tramó un ardid que consistió en obligar a un prisionero frigio a escribir una carta que supuestamente estaba remitida por el rey troyano Príamo y enterró una cierta cantidad de oro debajo de la tienda de Palamedes. Cuando los griegos leyeron la carta y descubrieron el oro, creyeron que Palamedes era un traidor y lo apedrearon hasta la muerte.

El botín de guerra y la ira de Apolo

Durante el reparto del botín obtenido en los saqueos, Agamenón se quedó con Criseida, la hija de Crises, un sacerdote de Apolo. Cuando Crises intentó rescatar a su hija, fue maltratado, por lo que pidió a Apolo que castigara a los griegos. Como resultado, el ejército griego fue azotado por una plaga.

La Ilíada y la ira de Aquiles

Según el oráculo de Calcante, la plaga solo cesaría si Agamenón devolvía a Criseida a su padre. Agamenón, enfurecido por esto, y con el apoyo de Aquiles, aceptó devolver a Criseida, pero a cambio tomó a Briseida, la concubina de Aquiles. Esto provocó que Aquiles se negara a seguir luchando en la guerra y pidiera a su madre Tetis que intercediera ante Zeus para que favoreciera a los troyanos.

La muerte de Patroclo y la venganza de Aquiles

Ante el avance de los troyanos, Aquiles permitió que su compañero Patroclo llevara su armadura y liderara las tropas en la batalla. Sin embargo, Héctor mató a Patroclo y se quedó con la armadura de Aquiles. Al enterarse de la muerte de su amigo, Aquiles juró venganza, mató a Héctor y arrastró su cuerpo atado a su carro alrededor de las murallas de Troya.

La muerte de Aquiles

Poco después de la muerte de Héctor, Aquiles murió, ya sea por una flecha en su talón lanzada por Paris y dirigida por Apolo, o directamente por el dios Apolo. Se celebraron juegos funerarios en su honor.

La muerte de Áyax y la disputa por la armadura de Aquiles

La armadura de Aquiles se convirtió en motivo de disputa entre Odiseo y Áyax. Odiseo resultó vencedor en la competencia por la armadura, lo que enfureció a Áyax. En su ira, Áyax juró matar a sus compañeros, pero en un ataque de locura inducido por Atenea, comenzó a matar animales de ganado, pensando que eran soldados griegos. Posteriormente, tras recuperar la cordura, Áyax se suicidó.

El oráculo sobre el desenlace de la guerra

Calcante profetizó que Troya solo podría ser tomada si los griegos recuperaban las flechas de Heracles, que estaban en poder de Filoctetes. Odiseo y Diomedes trajeron a Filoctetes de Lemnos. Su herida fue curada por Podalirio. Filoctetes mató a Paris con sus flechas, vengando así la afrenta del rapto de Helena.

La disputa por Helena

Tras la muerte de Paris, Deífobo y Héleno, dos hijos de Príamo, compitieron por el amor de Helena. Deífobo fue el elegido, lo que provocó la indignación de Héleno, quien decidió abandonar Troya y establecerse en el monte Ida.

El papel de Héleno en la caída de Troya

Calcante, el adivino griego, afirmó que Héleno conocía los oráculos que protegían la ciudad. Los griegos lo capturaron y lo obligaron a revelar las condiciones bajo las cuales podrían conquistar Troya. Héleno predijo que para tomar Troya, los griegos debían traer los huesos de Pélope, robar la estatua troyana de Palas Atenea (conocida como Paladio) y hacer que Neoptólemo, hijo de Aquiles, participara en la guerra. Los griegos lograron cumplir las tres condiciones.

El caballo de Troya

Después de diez años de asedio a Troya, los griegos idearon un plan: construyeron un gran caballo de madera hueco, que fue ocupado por soldados griegos liderados por Odiseo.

El caballo de Troya

El Caballo de Troya, un artefacto de gran tamaño hecho de madera, es un elemento central en el relato de la caída de la ciudad de Troya. Según la historia, fue utilizado por los aqueos como un medio para infiltrarse en la ciudad fortificada de Troya.

Los troyanos, interpretando el caballo como un símbolo de su victoria, lo llevaron dentro de sus enormes murallas, sin saber que en su interior se ocultaban varios soldados enemigos.

El resto de la armada griega fingió partir y un espía griego, Sinón, convenció a los troyanos de que el caballo era una ofrenda a Atenea. A pesar de las advertencias de Laocoonte y Casandra, los troyanos introdujeron el caballo en la ciudad.

Durante la noche, estos guerreros salieron del caballo, mataron a los centinelas y abrieron las puertas de la ciudad para permitir la entrada del ejército aqueo, lo que resultó en la caída definitiva de Troya.

La referencia más antigua que menciona al Caballo de Troya, aunque de manera breve, es la Odisea de Homero. Posteriormente, otros autores ofrecieron relatos más detallados del mito, destacando entre ellos la narración que recoge la Eneida de Virgilio.

En general, el Caballo de Troya se considera una invención mítica

Aunque también se ha debatido si podría haber existido realmente y haber sido un dispositivo de asedio transformado por la imaginación de los cronistas. De cualquier manera, ha demostrado ser una fuente fecunda tanto de inspiración literaria como artística, y desde la antigüedad ha sido reproducido en innumerables poemas, novelas, pinturas, esculturas, monumentos, películas y otros medios, incluyendo dibujos animados y juguetes.

En tiempos recientes, se han realizado varias reconstrucciones hipotéticas del Caballo de Troya. Además, ha dado lugar a dos expresiones idiomáticas: “Caballo de Troya”, que se refiere a un regalo destructivo, y “regalo griego”, que se refiere a algo que parece beneficioso pero que trae consigo graves consecuencias.

El saqueo de Troya

Durante el saqueo, los griegos masacraron a la mayoría de los troyanos y prendieron fuego a la ciudad. Casandra fue ultrajada por Áyax el Menor, Menelao mató a Deífobo y recuperó a Helena, y el rey Príamo fue asesinado por Neoptólemo. Astianacte, hijo de Héctor, también fue asesinado por los aqueos.

El destino de las mujeres troyanas

Después del saqueo, los griegos celebraron sacrificios a los dioses. Algunas de las mujeres troyanas que sobrevivieron fueron esclavizadas. Neoptólemo se quedó con Andrómaca, la esposa de Héctor; Agamenón se quedó con Casandra; y la reina Hécuba fue parte del botín otorgado a Odiseo. Políxena fue sacrificada en la tumba de Aquiles.

Los supervivientes troyanos

Cuando Hécuba, cautiva de los griegos, se enteró de que su hijo menor, Polidoro, había sido asesinado por el rey Polimnestor de Tracia, se suicidó de desesperación. Tres hermanas de Príamo que también estaban cautivas prendieron fuego a los barcos en los que se encontraban junto a los griegos. Antenor, cuñado de Príamo, lideró a un grupo de troyanos que se asentaron en las costas del Adriático y fundaron una nueva Troya. Héleno acompañó a Neoptólemo y marcharon a pie hasta el país de los molosos, donde reinaron sobre un territorio llamado Caonia.

El éxodo de Eneas

Eneas, un líder troyano, guió a un grupo de supervivientes, incluyendo a su hijo Ascanio, el trompetero Miseno, su padre Anquises y al médico Yápige, fuera de la ciudad de Troya en ruinas. Su esposa Creúsa desapareció durante el saqueo de la ciudad. Buscando un nuevo hogar, viajaron en varios barcos, llegando a varios países cercanos que resultaron ser inhóspitos.

La búsqueda de un nuevo hogar

Finalmente, se les profetizó que debían regresar a la tierra de sus antepasados. Primero lo intentaron en Creta, que Dárdano había colonizado, pero lo encontraron devastado por la misma plaga que había expulsado a Idomeneo. Encontraron una colonia dirigida por Héleno y Andrómaca, pero decidieron no quedarse allí. Después de siete años, llegaron a Cartago, donde Eneas tuvo un romance con Dido.

La llegada a Italia

Finalmente, los dioses les ordenaron continuar su viaje (Dido se suicidó), y llegaron a Italia. Allí, una profetisa llevó a Eneas al inframundo y predijo la grandeza de Roma, que sería fundada por su gente. Negoció un asentamiento con el rey local Latino, y se casó con su hija Lavinia. Esto desencadenó una guerra con otras tribus locales, pero finalmente se fundó el asentamiento de Lavinio.

El regreso de los supervivientes aqueos

Antes de partir de Troya, hubo un enfrentamiento entre Agamenón y Menelao porque el primero quería realizar sacrificios a Atenea antes de partir y el segundo quería zarpar de inmediato. Menelao, Néstor y Diomedes estaban entre los que emprendieron inmediatamente el regreso.

El viaje de Menelao y Odiseo

Según la Odisea, tormentas empujaron la flota de Menelao hacia Creta y Egipto, y la ausencia de vientos impidió que continuaran navegando desde allí.

Menelao tuvo que atrapar a Proteo, una deidad marina, para averiguar qué sacrificios a los dioses debían hacer para garantizarse una travesía segura. Proteo también dijo a Menelao que estaba destinado al Elíseo tras su muerte. Tras varios años errante, Menelao pudo regresar a Esparta con Helena.

Odiseo, después de diez años de viaje (narrados en la Odisea), llegó a Ítaca tras veinte años (los diez de la guerra y los diez de regreso). Durante su travesía estuvo en el país de los cicones, en el país de los lotófagos, en la isla de los cíclopes, la isla de Eolo, el país de los lestrigones, en la isla de Circe, en el país de los Cimerios, en la isla de Calipso y por último en el país de los feacios. Cuando llegó a Ítaca muchos pretendientes al trono que lo creían muerto entablaron una batalla contra Odiseo. Este, ayudado por Telémaco, Eumeo y Filetio pudo matar a los pretendientes y recuperó su reino.

El destino de Áyax y la venganza de Nauplio

Áyax el Menor murió mientras hacía su viaje de regreso a Lócrida: Atenea lanzó un rayo sobre su nave y Poseidón hundió la roca sobre la que Áyax había conseguido sujetarse.

Algunos de los aqueos fueron víctimas de la venganza de Nauplio: tras no conseguir una indemnización por la muerte de su hijo Palamedes, había recorrido Grecia incitando a las mujeres de los caudillos aqueos a que cometieran adulterio. Además, cuando se enteró del regreso de los griegos, Nauplio agitó una antorcha que guio a muchas naves hasta los acantilados del cabo Cafereo (en Eubea), donde se estrellaron y naufragaron.

El destino de Idomeneo

El barco de Idomeneo fue azotado por una tormenta violenta. En su desesperación, Idomeneo prometió a Poseidón que sacrificaría al primer ser vivo que viera al regresar a casa si el dios salvaba su barco y su tripulación. Desafortunadamente, el primer ser vivo que vio fue su propio hijo, a quien sacrificó. Este acto provocó una plaga y sus propios súbditos lo expulsaron. Se refugió en Salento, Italia, donde estableció una nueva vida.

El regreso de Agamenón y la venganza de Clitemnestra

Agamenón volvió a su hogar en Micenas. Durante su ausencia, su esposa Clitemnestra había comenzado una relación con Egisto, hijo de Tiestes y primo de Agamenón. Posiblemente en venganza por la muerte de Ifigenia, Clitemnestra y su amante conspiraron para matar a Agamenón. A pesar de las advertencias de Casandra, Agamenón fue asesinado. Casandra también fue asesinada. El hijo de Agamenón, Orestes, que había estado lejos, regresó y conspiró con su hermana Electra para vengar a su padre. Asesinaron a Clitemnestra y a Egisto. Orestes se casó con Hermíone y retomó Micenas, convirtiéndose en rey de todo el Peloponeso.

Debate sobre el trasfondo histórico de la Guerra de Troya: En la Antigüedad

Los antiguos griegos creían que los eventos que Homero había relatado eran verdaderos. Creían que esta guerra había tenido lugar en el siglo XIII a. C. o en el siglo XII a. C., y afirmaban que Troya estaba situada cerca del estrecho de los Dardanelos en el noroeste de la península de Anatolia. Sin embargo, algunos autores de la Antigüedad cuestionaban la veracidad de algunos de los eventos relatados.

Debate sobre el trasfondo histórico de la Guerra de Troya: En tiempos modernos

A partir de 1870, el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann excavó la colina de Hisarlik, donde se encontraron los restos de una ciudad que coincide con la ubicación que desde la Antigüedad se consideraba que ocupaba Troya. Desde entonces, se han realizado investigaciones arqueológicas para tratar de probar la historicidad de la guerra. Algunos historiadores creen que Troya VI o Troya VII pueden haber sufrido una guerra que sería el núcleo histórico de la epopeya de la guerra de Troya.

Sin embargo, aunque generalmente se acuerda en identificar a la Wilusa hitita con Troya, los expertos han debatido la interpretación de los documentos hititas que mencionan a la ciudad.

La identificación de Wilusa con Troya: un debate en curso

Aunque generalmente se acuerda en identificar a la Wilusa hitita con Troya, los expertos han discutido la interpretación de los documentos hititas que mencionan a la ciudad.

Se ha argumentado que estos documentos no son fácilmente interpretables, tanto en términos de su cronología como de su contenido, lo que lleva a cada autor a interpretarlos de la manera que mejor respalde sus argumentos.

La destrucción de Troya: causas y controversias

En cuanto a los datos arqueológicos, las evidencias sugieren que la destrucción de Troya VI fue probablemente causada por un terremoto. Sin embargo, la identificación de la guerra con la destrucción de Troya coincide con un periodo de gran inestabilidad en el mundo micénico que resultó en la destrucción de sus palacios. Otro aspecto controvertido es la comparación entre el mundo representado en los poemas homéricos y el panorama histórico del mundo micénico que se ha extraído de los textos en lineal B y la arqueología micénica.

Defensores y escépticos de la guerra de Troya histórica

Entre los defensores de una guerra de Troya histórica se encuentran los principales arqueólogos que han dirigido excavaciones en Troya, como Schliemann, Dörpfeld, Blegen y Korfmann. En contraposición, existe una corriente de opinión escéptica liderada por Moses Finley que niega la presencia de elementos micénicos en los poemas homéricos y señala la ausencia de pruebas arqueológicas sobre la historicidad del mito.

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